martes, 14 de diciembre de 2010

LOS LÍMITES DE LA CIUDAD

LOS LÍMITES DE LA CIUDAD

            El título de este artículo coincide con el de una de las obras de Murray Bookchin, creador de la llamada “ecología social”. No ha sido fácil poder  conseguir leer este libro, ya que tan sólo se encuentra algunos pocos ejemplares en la biblioteca de ciertas universidades. Hasta 1978 no se editó en una edición en español de esta obra, nada de extrañar teniendo en cuenta la manifiesta tendencia anarquista en el pensamiento de M. Bookchin. Ni que decir tiene que tras cuarenta años de dictadura franquista, todo lo que sonara a anarquismo era lo mismo que citar al propio diablo. Para desgraciada del ecologismo español, la obra de M.Bookchin, como la de otros autores vinculados al anarquismo (Thoreau, Geddes, Mumford, Howard, Reclus, Kropotkin, etc…), apenas han influido en la formación del discurso ecologista.
            El interés por el libro “los límites de la ciudad” de M.Bookchin proviene de la inquietud que sentimos en nuestro colectivo por las múltiples consecuencias sociales y medioambientales que se derivan de la elevada densidad de población que tiene Ceuta. Este aspecto, de un tiempo a esta parte, ha empezado a sumarse a la retahíla de factores que nuestros máximos responsables políticos esgrimen para explicar la endémica crisis socioeconómica que sufrimos en nuestra ciudad desde hace varias décadas. A la tradicional falta de recursos naturales, nuestra extrapeninsularidad o el hecho fronterizo, empieza a citarse la alta densidad de población como un elemento a tener en cuenta a la hora de abordar el futuro de Ceuta. Sin embargo, y como todos sabemos, una cosa son los discursos políticos y otras las acciones del gobierno. Una cosa es decir que tenemos la densidad de población más alta de España y otra tomar medidas para evitarla, reducirla o minimizar sus efectos en la calidad de vida de los ceutíes y en la conservación de los bienes culturales y naturales de Ceuta.
            Como recuerda M. Bookchin, las limitaciones físicas son las más evidentes de las ciudades actuales. A nadie en nuestra ciudad se le pasa por alto que Ceuta es una territorio muy reducido, sin posibilidad de expansión al estar rodeada de mar y ser fronteriza con un país manifiestamente hostil. A no ser que busquemos soluciones como la proyectada en el Principado de Mónaco, consistente en ganar más de dos hectáreas al mar, iniciativa que ha sido descartada por su desorbitado coste económico y por su inasumible impacto ambiental. Dada esta imposibilidad de crecimiento territorial la única respuesta lógica es gestionar nuestros recursos con mesura e inteligencia. Mientras que no lo hagamos nuestra ciudad continuará por la peligrosa senda de la desintegración administrativa e institucional, siendo incapaz de proporcionar los servicios mínimos para la habitación humana, la seguridad personal y la movilidad urbana.
            Siguiendo la idea de Mumford que define a las ciudades actuales como la “anti-ciudad”, M. Bookchin concluye que la “expansión sin límite es un límite en sí misma, un proceso auto-devorador en el que el contenido es sacrificado a la forma y la realidad a la apariencia”. Esta idea encaja a la perfección con la realidad, o más bien, siguiendo el argumento de M.Bookchin,  a la realidad virtual creada desde las administraciones públicas. En Ceuta no hemos convertido en maestros de la apariencia: la ciudad se degrada en su urbanismo, pero el centro de la Ciudad se galana con luces, flores y esculturas; el colapso del tráfico es evidente y la solución es construir más aparcamientos y nuevos viales; el núcleo urbano se masifica y como respuesta seguimos densificándolo, sin dotarlo de más espacios libre y verdes; la realidad social se complica ante la falta de perspectiva de empleo, mientras las desigualdades de renta siguen marcando una ruptura en el seno de la sociedad ceutí de imprevisibles consecuencias.
            En estos tiempos de crisis económica conviene recordar la relación que estableció M. Bookchin entre el vigente sistema económico capitalista y la degradación de las ciudades. Tal y como subrayó este pensador, “importa poco si la ciudad es fea, si degrada a sus habitantes, si resulta estética, espiritual o físicamente tolerable. Lo que cuenta es que la operaciones económicas se desarrollen en una escala y con una eficacia capaces de satisfacer el único criterio burgués de supervivencia: el crecimiento económico”.
            Para concluir quisiéramos aprovechar la ocasión para pedir una reflexión general a todos los ceutíes sobre los límites del crecimiento urbano de nuestra ciudad, pues como apuntaba hace más de treinta año M.Bookchin, “el mundo natural plantea su propio límite ecológico decisivo: un límite del que quizá nadie se apercibirá hasta que el daño sea irreparable y la recuperación de una ecología equilibrada imposible”.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario